NOSOTROS

Y aquel día en particular también (meditó) acerca de esta cuestión gramatical del sujeto y sus Tres Personas, la primera, la segunda y la tercera, los singulares y los plurales del alma. Él, Akbar, nunca se había referido a sí mismo como "yo", ni siquiera en privado, ni siquiera en un arranque de ira o en sueños. Él era -¿qué otra cosa podía ser?- "nosotros". Era la definición, la encarnación de Nosotros. Había nacido en la pluralidad. Cuando decía "nosotros" , se presentaba a sí mismo con total naturalidad y sincero convencimiento como la encarnación de todos sus súbditos, de todas sus ciudades y territorios y ríos y montañas y lagos, así como de todos los animales y plantas y árboles dentro de sus fronteras y también de los pájaros que volaban por el cielo y los mosquitos urticantes en el crepúsculo y los monstruos sin nombre en sus guaridas subterráneas, royendo lentamente las raíces de las cosas; se presentaba a sí mismo como la suma de todas sus victorias, como el receptáculo de las personalidades, las aptitudes, las historias y quizá incluso las almas de sus adversarios decapitados o simplemente pacificados; y además se presentaba a sí mismo como el apogeo del pasado y el presente de su pueblo, y el motor de su futuro.
Ese "nosotros" era lo que llevaba implícito ser rey; pero sin duda también los hombres corrientes, se permitió pensar, en interés de la justicia ,y para propiciar el debate, se consideraban de vez en cuando plurales.
Acaso esta idea del sujeto como comunidad era lo que llevaba implícito ser un ser en el mundo, cualquier ser, siendo tal ser, a fin de cuentas, inevitablemente un ser entre otros seres, una parte del ser de todas las cosas.
La encantadora de Florencia- Salman Rushdie

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